Hoy me encontré con algunas palabras en un momento cualquiera y quise escribirlas. Quiero compartirlas hoy con ustedes y sientanse libres de hacer observaciones constructivas o críticas explosivas. Sin más preámbulo:
Conversaciones
Mientras se preparaba a dar un paseo, Corso dijo:
-¿Y si hoy no fuera tan libre el aire libre?
-Igual un paseo hace bien -Dijo Félix-.
-Suena trístemente romántico el que no sea libre el aire libre.
-Suena a poesía rumiante, algo que has querido decir pero has callado y haces parecer improvisado en algún momento. Es como regurgitar versos, tragarlos y digerirlos como prosa.
-Yo pienso en lírica.
-Pero no escribes media línea.
-¡Objeción! -gritó Corso, previendo un juicio-.
-Está bien, un par de líneas por año, cretino.
Al recibir el insulto, Corso detuvo todos sus músculos (tal vez hasta su corazón) excepto sus cejas que se levantaron para confirmar el golpe y expresar una emoción que fue fallidamente reprimida.
-Si, un cretino -Expuso el acusador- por no darle la oportunidad a la humanidad de saber qué pasa por tu cabeza. Si es genial, debería ser público.
-¡Pues no! -repuso Corso desafiante-. Si fuese un bien para la humanidad saber qué pasa por mi cabeza pues entonces seré malvado. No lo merece.
-Pues entonces se merece que les escribas tu desdén. Te puedes atragantar.
-Lo puedo soportar.
-Seguro, si supieras que no existe Heimlich emocional para eso salvo escribir con furia.
-No es posible, mis palabras pierden la fuerza en el papel.
-Pues no calificas siquiera para escritor para criticar el papel. Si escribieras, lograrías aprenderlo.
Se produjo un instante de silencio, de esos resultantes de las objeciones aplastadas.
-No es así, quiero hacerlo.
-Pero no lo haces.
La postura de Corso se tensó aún más. Temiendo la ruptura de la figura cómica que hacía el acusado, Félix continuó.
-Estás loco, no es difícil, solo debe quedar en papel, en servilletas si es necesario.
-No funciona así, son relámpagos de inspiración, son tan fugaces que no sobreviven lo suficiente para los lentos movimientos de una mano.
-Pues educa tu cabeza para escribir con disciplina. Usa tu memoria, ingieniate algo "geniecito arrogante".
-Me tratas injustamente, sabes que tengo el talento.
-SI no lo usas es lo mismo. Tu mismo evangelizas que el hombre que no lee no tiene ninguna ventaja sobre el que no sabe leer. Tu caso aplica en el escribir.
-¿Ahora recibo consejos de escritura de tí? Tu tampoco escribes, no tienes autoridad para reclamarme eso -respondió indignado Corso, a lo que agregó.
-No escribes y no puedes, ¿por qué tuve que tener un gato parlante bipolar por amigo imaginario y no cualquier otra persona, como un chiflado normal?
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